Me gusta estar en los mercaditos, se aprende mucho de la gente que pasa y comenta. Hablas y haces una investigación de mercado que ni la mejor consultora.
Así que estas Navidades pasadas me llevé una libreta para anotar cada una de las ideas que me sugirieran.
Y ocurrió que de vez en cuando, oía la frase: » A mis niños no les gusta jugar a cocinitas», o » le regalamos una cocinita y jugó dos días»
Aquello me intrigaba así que me pregunté porque podía ser, que razón había para que un niño se aburriera de uno de los juegos más universales y con los que más se entretienen.
Como esos comentarios se hacían delante de mi paradita, comenzábamos a hablar y recabé mucha información. Los resultados y las conclusiones me dejaron sorprendida.
Pues sí, cuando preguntaba de que material era la cocinita TODOS me contestaron que de PLÁSTICO. Con sus colores chillones. No era el juego lo que no les gustaba era el juguete.
El juguete de madera tiene un tacto diferente. Cuando corto la madera huele bien, cuando la lijo noto las vetas, los anillos de crecimiento y eso tiene una energía que los niños perciben. Son juguetes cálidos con los que disfrutan con todos los sentidos.
Fue revelador el resultado porque me hizo comprender que no tengo que hacer juguetes sino que tengo que hacer juguetes bonitos que estimulen la imaginación, que inviten al niño, no que jueguen por él. Además es un juguete que tiene presencia, se ve y también se nota, actúa de imán.
¡Y es que es casi imposible no ponerse a jugar con una de mis cocinitas!. Cuando monto en una feria y saco todos los cacharritos y ollitas, y pongo las verduritas ,vuelvo a mi niñez. Disfruto cambiando los menús y os aseguro que no soy la única. ¿Quieres probar?