Tengo que reconocer que me da apuro, me sube un sudor de angustia cuando me enfrento a la página en blanco,

Enfrentarte al teclado y ver que sale es uno de los retos que más me está costando.

Así que cuando recibí la llamada de Raquel de Manos es Más y me propuso hacer una entrevista me puse un poquito nerviosa.

Luego me pasó como cuando  oyes tu voz grabada y piensas ¡si no parezco yo!.

Y al final estoy tan contenta con el resultado que para que no se me olvide comparto con vosotros la entrevista completa

 

«Enamorada de la madera, de su tacto, del olor al cortarla, de sus vetas y colores… Silvia Roldán sabe entender su historia, cada nudo, cada anillo que cuenta cómo vivió el árbol, sus bonanzas y sequías… y es que la madera es un material noble muy agradecido. Silvia no se ha podido resistir a sus encantos y ha invertido toda su energía en conocerla y tratarla fabricando juguetes ‘con alma’.

Pero Silvia no se ha dedicado siempre a la artesanía, conoció la madera por casualidad y su empeño la ha llevado a formarse y abrir su propio taller en Cabanes: El Taller Aserrín Aserrán. Bajo esta marca, juguetes artesanos que probablemente pasarán a nuevas generaciones. Juguetes con diseños propios, muy duraderos y hechos con pasión.

 

¿Cuándo y por qué decides emprender fabricando juguetes de madera?

Fue por pura casualidad. Soy madrina de mi sobrino y quise regalarle un caballito de madera. Busqué por tiendas y en Internet pero no encontré ninguno que me gustara lo suficiente ya que buscaba uno que fuese risueño y divertido como mi sobrino. En casa somos mañosos así que con lápiz y cartón dibujé el caballito que tenía en mente, mi marido lo cortó con la caladora y ¡ya teníamos nuestro propio caballito!

Pero la verdadera sorpresa me la llevé yo cuando vi la carita de mi sobrino, su sonrisa fue toda una revelación y me cuestioné mi vida profesional ¿qué había estado haciendo hasta ese momento…? Decidí que iba a dedicarme a la fabricación de juguetes y compré mi primera sierra. Después de romper cientos de ellas, formarme, equivocarme y seguir rompiendo sierras, aprendí. Ahora soy artesana de juguetes de madera y aspiro a seguir dedicándome a esto mucho más tiempo.

Tu especialidad son los caballitos y las cocinas de madera cuyo estilo es muy particular ¿cuál ha sido tu inspiración?

Supongo que es un estilo propio, quizá el tipo de juguete que me hubiese gustado tener de niña. El caballito fue el primero que elaboré y lo quería con una bonita melena y una gran sonrisa. Fabrico caballitos alegres, coloridos, amigables y distintos a los que hasta ahora he encontrado en el mercado.

En casa de mi madre encontré mis viejos cacharritos de cocina de aluminio, ya dominaba el corte y pensé que era hora de tener la cocinita de madera con la que soñé de niña. Así que la primera cocinita la hice para mi, y cada una de las que hago conservan la esencia de la primera aunque busco nuevas combinaciones de colores o detalles que las hacen únicas.

Supongo que me inspiro en los deseos de mi niña interior y elaboro lo que creo que puede atraer a los pequeños. Pero todos los proyectos pasan por una fase de investigación en la que busco materias primas locales, procuro la máxima calidad, respeto por el medioambiente y garantizo la seguridad en los procesos de fabricación y acabados para los niños.

¿Cómo fueron los inicios? ¿Dónde vendes los juguetes y cómo los valoran tus clientes?

No te voy a engañar, los inicios fueron muy duros. La primera vez que salí con mis caballitos fue a una feria en mi pueblo. No vendí ni uno. La siguiente semana, era un frío Diciembre, acudí a la feria de un pueblo cercano pero tampoco conseguí más que un constipado y una gran desilusión. Pensé que me había equivocado con el producto cuando empezaron a preguntar en el pueblo por “la chica de los caballitos de madera”.

A pesar de que pensé encontrar el producto perfecto y mi gran convicción, estaba claro que tenía mucho que aprender para la comercialización así que empecé a formarme como emprendedora y empresaria para poder vivir hoy en día de la artesanía. Actualmente, además de seguir estando presente en ferias artesanas, cuento con mi propio ecommerce, vendo online a través de otras plataformas especializadas e intento dar a conocer mi producto en las redes sociales.

Qué tienen de especial los juguetes Aserrín Aserrán

Mis clientes valoran el producto por estar elaborado artesanalmente y por ofrecerles la posibilidad de personalizarlos. Compran sabiendo que van a tener un objeto duradero, de calidad y “hechos en casa”. Y es que mis juguetes están elaborados con materiales de Km0: la madera la compro en el almacén de José, la pintura que Miguel me vende se elabora cerca de casa y con Paco tengo un acuerdo muy especial ya que él me regala miel y cera a cambio de camiones para su bisnieto.

Supongo que lo especial de mis juguetes es el estar elaborados a mano, con materiales de proximidad y diseños propios personalizables. Son juguetes con corazón, únicos y duraderos.

Cuéntanos un poco sobre el proceso de creación de uno de tus juguetes, ¿qué tienes en cuenta sabiendo que tus productos son para niños?

Seguridad y Calidad son los dos aspectos más importantes cuando me dispongo a elaborar juguetes, pues el consumidor final es un niño. Así que procuro una buena selección de materias primas: la pintura que utilizo cumple con la normativa europea EN71/3 que es especial para juguetes y, además, es pintura al agua respetuosa con el medio ambiente por una cuestión ética. La madera lleva el sello FSC que nos indica que es de talas controladas y no viene de una importación ilegal.

En cuanto al diseño del juguete, siempre tengo en cuenta la accesibilidad y la facilidad de uso por parte del niño. Las esquinas redondeadas, los tornillos embutidos, los balancines antivuelco y el plástico de la puerta de la cocinita de policarbonato para que no se rompa ni astille. Para la entrega, el caballito se vende montado. Va encolado y atornillado para mayor seguridad, y esto mis clientes lo saben y agradecen.

Quizá el momento más crítico es el del test, ¿gustará el juguete a los niños? Por suerte tengo unos jueces implacables, mis sobrinos de 3 y 5 años, y si a ellos les gusta seguimos adelante pero si no les convence ¡vuelta a empezar!

Además, el contacto con los potenciales clientes, en ferias por ejemplo, es muy enriquecedor. Hablando con ellos (sobre todo escuchándoles) consigo nuevas ideas que después en el taller se transforman en juguetes. Supongo que el propio cliente está muy presente en el proceso de creación.

¿Cuál es tu meta? ¿Dónde te gustaría llegar con tu negocio artesano?

Creo que mi aspiración es la de todos mis compañeros artesanos: seguir viviendo de nuestro oficio y poder disfrutar del trabajo teniendo la satisfacción de hacer las cosas bien. Tengo que decir, además, que cuando monté mi taller lo hice pensando también en ofrecer trabajo a un Centro Especial de Empleo donde los trabajadores ponen todo su empeño y cariño, centros que se financian con subvenciones que a veces tardan en llegar… ¡la lista de razones es muy larga!  Así que mi primer objetivo es poder ampliar la producción para ofrecer una parte del trabajo a estos centros de empleo y contribuir de esta manera a la empleabilidad en mi comarca.»